Un camello pasando por el ojo de una aguja

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Un camello pasando por el ojo de una aguja

Existen diversas corrientes de pensamiento sobre lo que Jesús describía al afirmar que era más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico alcanzar la vida eterna (Mateo 19:24; Marcos 10:25; Lucas 18:25). Los persas transmitieron la idea de lo imposible al afirmar que sería más fácil pasar un elefante por el ojo de una aguja. El camello era una variante judía (el animal más grande en Israel era el camello). Analicemos con más detalle la evidencia exegética que sustenta estas ideas.

 

Algunos especulan que la aguja que Jesús mencionaba era la Puerta de la Aguja, aparentemente una entrada baja y estrecha, descubierta en la muralla que rodeaba Jerusalén. Era intencionadamente estrecha por razones de seguridad, y un camello podía atravesarla fácilmente quitándose las sillas o alforjas y arrastrándose sobre sus rodillas. El problema con esta teoría es que no hay evidencia registrada de que tal puerta existiera en la época de Jesús. Más allá de eso, ¿qué jinete de camello en su sano juicio se atrevería a hacer tales contorsiones cuando había puertas más grandes disponibles? La anatomía del camello no le permite arrastrarse sobre sus rodillas.

Otros afirman que la palabra equivalente a «camello» (griego: kamelos) debería ser, de hecho, «cable» (griego: kamilos). Entonces, el versículo diría que es más fácil que un cable (o cuerda) pase por el ojo de una aguja que que un camello. Sin embargo, pensar esto plantea más problemas de los que resuelve, en particular poniendo en tela de juicio la inerrancia y la inspiración de las Escrituras.

 

La descripción más probable es que Jesús usara la hipérbole, una figura retórica que exagera para enfatizar. Jesús empleó este método en otras ocasiones, describiendo una «viga» en el ojo (Mateo 7:3-5) y tragarse un camello (Mateo 23:24).

 

El mensaje de Jesús es claro con respecto a Mateo 19:24, Marcos 10:25 y Lucas 18:25: es imposible que alguien se salve por sus propios méritos. Dado que la riqueza se consideraba evidencia de la aprobación de Dios, los rabinos enseñaban con frecuencia que las personas adineradas eran bendecidas por Dios y, por lo tanto, las más aptas para el cielo. Jesús desmintió esa idea y, con ella, el concepto de que cualquiera puede alcanzar la inmortalidad. Los discípulos recibieron la respuesta adecuada a esta sorprendente afirmación. Quedaron completamente asombrados y preguntaron: «¿Quién, pues, podrá salvarse?» en el versículo siguiente. Si los ricos, incluyendo a los fariseos y escribas superespirituales, no merecían el cielo, ¿qué esperanza había para un hombre pobre?

La respuesta de Jesús es la base del evangelio: «Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios; para Dios todo es posible» (Mateo 19:26). Los hombres se salvan mediante los dones de gracia, misericordia y fe de Dios (Efesios 2:8-9). Nada de lo que hagamos nos garantiza la salvación. Son los pobres de espíritu quienes heredan el reino de Dios (Mateo 5:3), aquellos que reconocen su pobreza espiritual y su total incapacidad para justificarse ante un Dios santo. El rico con frecuencia ignora su pobreza espiritual, pues se enorgullece de sus logros y se ha complacido con su riqueza. Es tan probable que se humille ante Dios como que un camello pase por el ojo de una aguja.

 

Con esta evidencia exegética y entendimiento  respecto a la declaración de Jesús de que era más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico ganar la vida eterna (Mateo 19:24; Marcos 10:25; Lucas 18:25), siempre debemos recordar apoyarnos en Él en lugar de en las obras inadecuadas de nuestras propias manos. 

 

 

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