
La destrucción de Sodoma y Gomorra
Sodoma y Gomorra: ciudades totalmente arrasadas por el fuego celestial. Así lo dice la Biblia.
Y ahora así lo afirman las evidencias arqueológicas.
El relato bíblico de la devastación divina de Sodoma y Gomorra es famoso. «Sodoma y Gomorra» es un término generalmente reconocido como sinónimo de pecado, libertinaje sexual, inmoralidad, horror y devastación.
Sin embargo, el relato bíblico dista mucho de ser un simple mito. Los investigadores han descubierto evidencia arqueológica de un suceso catastrófico claramente comparable al descrito en el libro del Génesis.
La zona del Mar Muerto fue en su día la residencia de una civilización floreciente, especialmente las ciudades de Sodoma y Gomorra, según la Biblia. Génesis 13:10 describe la zona como un auténtico «jardín del Señor», «bien regado por todas partes».
La evidencia arqueológica ha revelado una riqueza próspera en esta zona, hasta que sufrió un final abrupto y desconcertante hace unos 3700 años.
Este es el mismo período en el que la Biblia sitúa la devastación por fuego y azufre.
En los siglos posteriores a este abrupto fin de la civilización, la zona ha permanecido inerte e inculta. Hasta el día de hoy, es completamente salina y prácticamente muerta.
Según la Biblia, debido a la maldad prevaleciente en Sodoma, Dios la condenó a una devastación intensa, perdonando únicamente a Lot y su familia. Génesis 19:24-25:
Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó aquellas ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y todo el fruto de la tierra.
Dios destruyó los paisajes y convirtió en sal a la esposa de Lot tras contemplar con añoranza la ciudad. La Biblia asocia la sal con la devastación total; por ejemplo, tras la dominación de Siquem, la sal se esparció por toda la ciudad (Jueces 9:45). Apropiadamente, este lugar alberga lo que se conoce como el Mar Salado (Mar Muerto), el lago salado activo más profundo del mundo; diez veces más salado que el océano.
Tall el-Hammam, en Jordania, es una posible zona de la Sodoma bíblica. Las excavaciones allí han revelado una devastación total y el fin inmediato de la civilización, que data aproximadamente del siglo XVIII AC.
Se descubrió mayor devastación en cinco yacimientos excavados vecinos, y se demostró mediante estudios topográficos en otros 120 asentamientos de menor tamaño en la zona.
Se descubrió que las estructuras de adobe habían desaparecido repentinamente, dejando solo estructuras de piedra quemadas.
Los ladrillos mostraban indicios de incineración.
Los esqueletos yacían destrozados.
Se encontró que las piezas de cerámica de arcilla se habían fundido formando vidrio.
Tras el análisis, se reveló que los cristales de circón presentes en la cerámica se habían formado en un segundo, como resultado del sobrecalentamiento a temperaturas posiblemente tan altas como la superficie del sol.
Una «ola gigante» de sal hirviendo había barrido la tierra.
Había evidencia arqueológica de que se habían vertido granos minerales, traídos por vientos sofocantes y de gran fuerza.
Cenizas y escombros, de varios metros de espesor, quedaron en el área de devastación de 490 kilómetros cuadrados, una escena de masacre de proporciones bíblicas.
La población local estimada, de 40.000 a 65.000 personas, habría sido eliminada instantáneamente por el inusual suceso.
Si bien los investigadores pueden debatir si una devastación tan asombrosa fue provocada por un meteorito u otro fenómeno divino, lo que es indiscutible es el impacto. Y esa devastación —en área, tiempo y descripción— coincide exactamente con el suceso bíblico.
Hasta ahora, la evidencia arqueológica ha confirmado numerosos personajes de la Biblia hebrea (53, según este recuento), numerosos lugares, numerosas guerras, etc. Aquí, en el extremo norte del Mar Muerto, tenemos la corroboración científica de una maravilla bíblica. Los versículos 24-28 dicen:
Entonces el Señor hizo llover fuego y azufre ardiente desde el cielo sobre Sodoma y Gomorra. Las destruyó por completo, junto con las demás ciudades y aldeas de la llanura, exterminando a toda la gente y hasta la vegetación. Pero la esposa de Lot miró hacia atrás mientras lo seguía, y se convirtió en una columna de sal. Abraham se levantó temprano esa mañana y se apresuró a ir al lugar donde había estado en la presencia del Señor. Miró a través de la llanura hacia Sodoma y Gomorra y vio columnas de humo que se elevaban de las ciudades como el humo de un horno.
Los descubrimientos en Tall el-Hammam y sus alrededores han confirmado precisamente tal suceso.
Una especie de tormenta de fuego divina incineró instantáneamente no solo las ciudades de Sodoma y Gomorra, sino también todas las demás ciudades y pueblos de la llanura, carbonizándolas con temperaturas posiblemente comparables a la superficie del sol.
Toda la vegetación fue eliminada, y la evidencia arqueológica revela que la tierra permaneció inculta e inhóspita durante los siguientes 500 años (véase también Deuteronomio 29:23).
Dado que gran parte del lugar quedó cubierto de sal hirviendo durante el incendio, no es de extrañar que la esposa de Lot también quedara cementada en una columna de sal sobrecalentada por su pecado de mirar atrás con añoranza de las ciudades inmorales.
Y, sin duda, el daño habría producido nubes de humo ondulantes visibles a cientos de kilómetros a la redonda, como las que vio Abraham.
La Biblia no solo da testimonio de un juicio intenso por el pecado, sino también de las evidencias arqueológicas.
Estos descubrimientos actuales son de hecho, una profecía de lo que muy pronto sobrevendrá.