Jesucristo

La muerte de Jesucristo en la cruz se erige como el acontecimiento más crucial que la creación haya conocido jamás. La Biblia nos dice que mucho antes de la creación del mundo, Dios había dispuesto que la crucifixión de Jesús sería la solución y el pago por el pecado: el único pago que absolvería a los pecadores ante un Dios santo y justo.

Él pagó por ti con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, sin pecado ni mancha. Dios lo eligió para este propósito mucho antes de que el mundo existiera, pero ahora, en estos últimos días, fue enviado a la tierra para que todos lo vieran. Y lo hizo por ti. – 1 Pedro 1:19-20

A lo largo de la historia, Dios nos ha ofrecido una hoja de ruta. Predijo numerosas indicaciones y condiciones a través de sus profetas. Estos profetas mencionaron cosas que la humanidad debía esperar para que el Mesías/Cristo fuera reconocido y aceptado. Estas indicaciones o profecías nos fueron provistas en el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento es la parte de la Biblia escrita mucho antes del nacimiento de Jesús. Su literatura se terminó en el año 450 a. C. El Antiguo Testamento, compuesto siglos antes del nacimiento de Jesús, consta de más de 300 profecías que Jesús cumplió mediante su vida, muerte y resurrección.

Matemáticamente hablando, las posibilidades de que alguien cumpla con este volumen de profecías son casi imposibles. Los matemáticos lo expresan así:

• 1 individuo cumpliendo 8 profecías: 1 en 100.000.000.000.000.000
• 1 individuo que satisface 48 profecías: 1 posibilidad en 10 elevado a la 157 potencia
• 1 individuo que cumple más de 300 profecías: ¡Solo Jesús!

Es la información espectacular y detallada de estas profecías lo que distingue a la Biblia como la Palabra inspirada de Dios. Solo Dios pudo prever y realizar todo lo que se dijo acerca de Cristo. Esta precisión histórica y fiabilidad distinguen a la Biblia de cualquier otro libro o registro.

El Nuevo Testamento se compuso después de la muerte de Jesucristo. Los arqueólogos han descubierto innumerables manuscritos del Nuevo Testamento. Algunos de estos manuscritos datan de menos de 100 años después de la creación de las primeras cartas. En cuanto a fiabilidad histórica, la Biblia trasciende cualquier otra literatura antigua.

Este es el asombroso y confiable registro de la Palabra de Dios. Dios nos proporcionó estas profecías para fortalecer nuestra fe y señalar el camino hacia su Hijo. Como dice 1 Juan 1:1-3:

El que existía desde el principio es aquel a quien hemos oído y visto. Lo vimos con nuestros propios ojos y lo palpamos con nuestras propias manos. Él es Jesucristo, el Verbo de Vida. Este, que es vida de Dios, se nos manifestó y lo hemos visto. Y ahora les damos testimonio y les anunciamos que él es la vida eterna. Estaba con el Padre y luego se nos manifestó. Les contamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

Oramos para que su fe aumente y su testimonio se fortalezca a medida que comprendan y puedan transmitir con mayor claridad que Jesucristo es, sin duda, el Cordero de Dios. Esperamos que comprendan sin lugar a dudas que su muerte y resurrección son el sacrificio por nuestros pecados; y que en su muerte, «no solo quita nuestros pecados, sino también los pecados de todo el mundo» (1 Juan 2:2).