El momento en que el pecado fue transferido a Jesús

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El momento en que el pecado fue transferido a Jesús

En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista es el último Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento. Según las Escrituras [Malaquías 3:1], el propósito de Juan era preparar el camino para Jesucristo, y fue reconocido como el profeta más grande entre los nacidos de mujer. Al haber nacido de mujer, Juan ocupó una posición única como el profeta más grande de toda la humanidad, superando incluso a los reyes del Antiguo Testamento. ¿Por qué es crucial Juan para proporcionar la evidencia exegética del momento en que el pecado fue transferido a Jesús?

Durante la era del Antiguo Testamento, los profetas tenían una estatura superior a la de los reyes, y Juan superó tanto el rol de profeta como el de rey. Su importancia trascendió incluso la de Aarón, el primer Sumo Sacerdote, como lo afirmó el propio Jesús. El rol de Juan como último Sumo Sacerdote implicó transferir los pecados del mundo sobre Jesús, un cumplimiento de las prácticas de expiación del Antiguo Testamento mediante ofrendas de sangre y sacrificios.

Para purificar al mundo de sus pecados, Juan bautizó a Jesús, simbolizando la transferencia de los pecados de la humanidad sobre Él. La misión de Juan era dar testimonio de Jesús, instando a la humanidad a arrepentirse y ser purificada creyendo en el Evangelio redentor. El estado corrupto de Israel llevó a Juan a vivir en soledad en el desierto, enfatizando la necesidad del arrepentimiento.

A los ojos de Dios, el pueblo de Israel, incluyendo a sus sacerdotes, se había vuelto injusto. Se desviaron de los sacrificios lícitos prescritos en la ley de Dios, descuidando los rituales esenciales para la expiación de los pecados. Por lo tanto, Juan decidió distanciarse de ellos y llamó al pueblo al arrepentimiento mediante el bautismo de arrepentimiento.

Este bautismo tenía como objetivo guiar a las personas a la salvación mediante la fe en Jesús, quien quitaría sus pecados. Juan enfatizó que, si bien él bautizaba con agua, Jesús bautizaría con el Espíritu Santo. La importancia del bautismo de Jesús en el río Jordán radica en que él quitó los pecados del mundo, sirviendo como el Cordero supremo que limpia todos los pecados.

Para comprender el papel de Juan el Bautista, es necesario comprender el linaje y el propósito de los sumos sacerdotes. El Antiguo Testamento describe las responsabilidades del sumo sacerdote Aarón, cuyos descendientes continuaron la tarea de ofrecer sacrificios de expiación. Juan, descendiente de Aarón, desempeñó un papel crucial como último sumo sacerdote en la preparación del sacrificio de Jesús, que cumplió los pactos del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Lucas 1:5 detalla el linaje de Juan, subrayando la importancia de comprender a este mensajero de Dios para comprender plenamente a Jesús. Si bien la fe en Jesús es crucial para la salvación, reconocer el papel de Juan el Bautista es igualmente vital. Todos los Evangelios comienzan con Juan el Bautista, destacando su importancia como testigo que reconoció a Jesús como el Mesías.

Juan el Bautista testificó sobre la redención, proclamando a Jesús como Dios y la Luz verdadera. Los cuatro Evangelios comienzan con Juan antes de hablar de la redención de Jesús, enfatizando la importancia de su testimonio. Su papel como testigo es crucial para identificar a Jesús como el Mesías.

En el Antiguo Testamento, los pecados se transferían mediante la imposición de manos sobre un animal sacrificial sin mancha. De igual manera, Juan el Bautista, nacido en la casa de Aarón, como último Sumo Sacerdote, impuso las manos sobre Jesús, transfiriéndole todos los pecados mediante el bautismo. Este acto marcó el fin de las prácticas del Antiguo Testamento, ya que Jesús se convirtió en el sacrificio sin mancha necesario para la redención.

Reflexionar sobre la necesidad de ofrendas sacrificiales sin mancha explica por qué Jesús nació de la Virgen María, quien simbolizaba la pureza. Ella, siendo físicamente inmaculada, dio a luz al sacrificio perfecto, Jesucristo, cumpliendo así la promesa divina de redención. Y todo esto culmina en el objetivo de este artículo: brindarnos la evidencia exegética del momento en que el pecado fue transferido a Jesús.

 

 

 

 

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