La costilla

Nuestra evidencia científica sobre la falta de una costilla busca disipar uno de los mitos más extendidos de nuestra época. 

Algunas personas han creído erróneamente que, dado que Dios usó una costilla de Adán para crear a la mujer, todos los hombres tienen una costilla menos que las mujeres. 

Nos damos cuenta de esto porque podemos contar rápidamente el número de costillas en hombres y mujeres y ver que son iguales. 

El número de costillas está determinado por el código escrito en nuestro ADN. Dios no alteró el ADN de Adán; simplemente extrajo una de sus costillas para usarla en la creación de la mujer. 

Por lo tanto, todos los hombres descendientes de Adán (y Eva) tendrían 12 pares de costillas.

Pero para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces el Señor Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. Luego, de la costilla que el Señor Dios tomó del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. – Génesis 2:20 – 22

Dios seleccionó de Adán el único hueso del cuerpo humano capaz de regenerarse. Si bien todos los huesos pueden repararse a sí mismos, las costillas sí pueden regenerarse.

Las costillas se extirpan con frecuencia durante procedimientos quirúrgicos que requieren injertos óseos en otras partes del cuerpo. 

La costilla se extrae del periostio (el tejido que rodea el hueso) como si se pelara un plátano, conservando la mayor parte de esta. 

El periostio debe conservarse, ya que contiene osteoblastos que forman el hueso costal nuevo. Se ha demostrado que la regeneración ósea tarda aproximadamente tres meses en completarse con la costilla en plena forma.

Finalmente, después de haber mostrado la evidencia científica de la costilla faltante, deberíamos reflexionar rápidamente sobre por qué Dios creó a Eva de Adán en primer lugar. 

Teológicamente, era esencial que Adán y Eva fueran de la misma sangre. Esto no sería así si Eva hubiera sido creada del polvo de la tierra, como Adán, los animales y las aves. 

Para que Cristo pudiera redimir el castigo por el pecado de cada persona, cada persona debe ser de la misma sangre; por lo tanto, Eva no pudo haber sido creada separada de Adán.